Zombi: El corazón roto y el alma muerta

Imagen de Eliona Pardo
El zombi deambulaba entre la multitud humana, ante una humanidad que no deparaba en su oscuro existir. Un cadáver andante. Un cadáver dotado de vida aparente.

La vida puede resultar aparente. Sí, parecer vivo pero estar muerto, o ser un muerto en vida.
El zombi no vivía porque no se sentía vivo. La sensación de vivir le abandonó hace tiempo atrás.

Tenía el corazón roto y el alma muerta.

La grieta de su corazón era profunda, dolorosa, un abismo oscuro en donde ya no albergaba el sentimiento de la esperanza. Estaba condenado para siempre a permanecer en ese estado de vida aparente.

Su boca, cual caja de Pandora, unas veces permanecía cerrada, en el más absoluto de los silencios y otras se desbordaba dejando salir todo aquello que por su tamaño no tenía cabida en su interior.

La herida de su corazón no conseguía cicatrizar, los sentimientos le provocaban terribles arañazos que le hacían sangrar de tal manera que le dejaban sin aliento, exhausto, agotado hasta el límite de no querer hacerse visible, tratando de ocultar su propio sufrimiento. Entonces el zombi, se ocultaba en su pequeña cueva donde se cobijaba y se protegía de los sentimientos.

No quería tener sentimientos, quería ser inerte. Los sentimientos era cuchillos que destrozaban una y otra vez su delicado corazón. Ya no importaba si éstos eran alegres o tristes, era lo mismo.

Poco a pocó fue descubriendo que los sentimientos alegres también le herían, ésto le produjo más dolor aún, en ese momento fue cuando se dio cuenta de que tenía el alma muerta.

Entonces el zombi lloró amargamente su propia muerte.

ENLACES:

- RELATOS

María José Corral Benítez

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy me siento triste, sin apenas ganas de nada. No puedes decirle a nadie como te sientes porque lo utilizán a la mínima en contra tuya.

María José dijo...

Anónimo:

El sentirse triste es algo muy habitual.

¿Quién está con el mismo estado de ánimo todo el tiempo? Nadie.

Los momentos alegres alternan con los tristes en todo el mundo.
Nadie está siempre alegre ni siempre triste.
Hay días de todos. Ya se te pasará.

Gracias por tu visita y por tu comentario.

María José dijo...

Anónimo:
Otra cosa, es necesario desahogarse y decir cómo nos sentimos.
Eso sí, no a cualquiera, elegir bien a la persona adecuada, a aquella que es de nuestra total confianza.
Un buen amigo o amiga siempre se tiene, o un hermano o hermana.

Todos necesitamos el consuelo y la dedicación de alguien.

Si no lo tienes, ten paciencia, ya lo encontrarás. Mientras tanto, puedes usar este blog.

Un saludo y no te desanimes.

Antonio Aguilera dijo...

Yo no sé si los sentimientos nos reportan más momentos buenos o malos:

"Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y más la `piedra dura, porque esa ya no siente.
No hay mayor dolor que el de estar vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente".

Espero que no me pongas muchas faltas al poema, hace muchos años que no lo releo, y la memoria falla.
Es impresionante este poema de Rubén Darío: Lo Fatal.

Y ahora como otro escritor de quien no recuerdo el nombre, hago mía la siguiente expresión: " Me gustaría fracasar todo lo mejor posible", y añado que " siempre no estoy triste, a veces no pienso.

Melancólicusss estamus hoy.

Saludos

María José dijo...

Antonio:
¡¡ Vaya versos !!

La alegría y la tristeza alternan sin condición.

El estado de bienestar es lo que lo produce.

Un saludo y gracias por tu viaje.

Anónimo dijo...

María José, has escrito un buen relato, aunque tan conmovedor como triste, y sobre todo con mucho desazón.

Hay zombis en vida, seguro que sí, pero también hay vidas que se rebelan contra la muerte de todo tipo.

Mi creencia no empírica es que el sentimiento del alma nunca muere. El alma es algo más.
No sé si tras despegarse de un cuerpo físico seguirá o no caminando entre los espacios metafísicos, pero sigue y seguirá ahí.

Si el zombi lloró amargamente, es que su alma seguía con "vida", escondida en algún lugar tan extraño como inaccesible.

Las lágrimas son algo más que unas simples "gotas de lluvia" que se desprenden de nuestro cuerpo.

Saludos optimistas. Toni Sagrel.

María José dijo...

Toni:
Me ha gustado: "hay vidas que se rebelan contra la muerte de todo tipo".
Sí, eso es la fuerza de la esperanza.

El zombi lloró porque había perdido la esperanza.

Un saludo y gracias.

Ramón José Martínez Cuevas dijo...

Me encantado tu narración. Me ha hecho reflexionar.

Salu2 ;-)

María José dijo...

Ramón José:
Mi intención es esa, que reflexioneis. Que cada cual tenga su propia percepción
Todo es subjetivo.

Un saludo.

manu dijo...

todos somos zombis...alguna que otra vez. a veces...parecemos fuertes e infranqueables....pero eso es una forma de manternos de pie y no sucumbir a la crudeza de los sentimientos.

a veces...estamos así...a veces


un abrazo

María José dijo...

Manu:
Pues sí, vamos aguantando y disimulando los conflictos que la vida cotidiana nos trae. Hasta que llega un momento que ya no se puede aguantar más y se pierde la ilusión.
Hay que evitar que eso ocurra.

Un saludo.

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